FICHA HISTÓRICA Nº8

La santidad salesiana en Argentina

Artémides Zatti, Ceferino Namuncurá y Laura Vicuña

Viedma, Chimpay y Junín de los Andes
 

Artémides Zatti, Ceferino Namuncurá y Laura Vicuña: los tres beatos salesianos argentinos, a la mesa junto a Don Bosco.
El sueño y el anhelo de santidad que Don Bosco sembró en la tierra argentina germinó en múltiples jóvenes y adultos que hoy siguen a Jesús, con el carisma salesiano. Tres de ellos ya están en los altares:

Artémides Zatti, beato
Nació en Boretto, Italia, el 12 de octubre de 1880, en un hogar pobre. En 1897 toda la familia emigró a Argentina y se estableció en Bahía Blanca, Buenos Aires. Allí conoció una parroquia dirigida por los salesianos, donde se sintió llamado a la vida sacerdotal y a los 20 años entró al aspirantado.
Acompañando a un joven sacerdote enfermo de tuberculosis se contagió, y fue trasladado a una casa salesiana en Viedma, donde había un hospital misionero y el clima favorecía la mejoría de sus pulmones.
Allí un enfermero, el padre Garrone, lo invitó a rezar a María Auxiliadora y pedir su curación, sugiriéndole que hiciera ésta promesa: “Si Ella te cura, te dedicarás toda la vida a estos enfermos”. Artémides lo prometió y, milagrosamente, se curó. Luego, él dirá: “Creí, prometí, curé…”.
Realizó su profesión perpetua como hermano coadjutor el 8 de febrero de 1911. Inmediatamente, consagró su vida al hospital y a sus enfermos. Primero se hizo cargo de la farmacia del hospital, pero al fallecer Garrone en 1913, asumió toda la responsabilidad del establecimiento.
Zatti amó a sus enfermos de manera conmovedora, porque en ellos veía a Jesús. No descansó ni tomó vacaciones. Fue humilde, simpático y alegre, pero sobre todo fue un hombre de Dios.
En 1950, al caer de una escalera, comenzó a manifestar los signos de un cáncer que él mismo diagnosticó. Siguió trabajando un año más, hasta el 15 de marzo de 1951, que falleció.
Fue declarado Venerable por San Juan Pablo II en 1997 y beatificado el 14 abril del 2002.

Ceferino Namuncurá, beato
Nació en la localidad de Chimpay, en la provincia de Río Negro, el 26 de agosto de 1886. Su padre, era el cacique mapuche Manuel Namuncurá, y su madre, una joven criolla: Rosario Burgos.
Fue bautizado el 24 de diciembre de 1888 por el salesiano Domingo Milanesio. Creció en las tolderías de Chimpay, preparado para ser el próximo sucesor y defender a su pueblo. Fue enviado a estudiar a la obra salesiana Pío IX de Buenos Aires en septiembre de 1897. Allí aprendió a leer y escribir, recibió la Primera Comunión y descubrió su gran fervor religioso. Entonces, decidió ingresar al seminario.
No quería gobernar a su pueblo, sino educar y evangelizar a sus hermanos mapuches: “Quiero ser útil a mi gente”, fueron sus palabras. Entonces comenzó sus estudios de sacerdote en Viedma. Allí conoció a monseñor Juan Cagliero, quien al notar lo delicado de la salud del joven le propuso estudiar en Roma, creyendo que el clima lo beneficiaría.
Pero en Italia, lamentablemente, su salud siguió desmejorando, y falleció el 11 de mayo de 1905. El papa Pío X, quien lo conoció personalmente, dijo entristecido: “Era una bella esperanza para las misiones de la Patagonia, pero ahora será su más válido protector”.
Sus restos volvieron a Argentina en 1924 y reposaron en Fortín Mercedes, donde cientos de personas peregrinaron por años para conocerle. El 11 de noviembre de 2007, la Iglesia católica lo proclamó beato. Y el 12 de agosto de 2009, respetuosamente y bajo el rito mapuche, sus familiares, trasladaron sus cenizas a la comunidad de San Ignacio, a sesenta kilómetros al norte de la localidad de Junín de los Andes, Neuquén.

Laura Vicuña
Laura Carmen Vicuña nació en Santiago, Chile, en el 5 de abril de 1891. Su infancia estuvo marcada por la ausencia de su padre, José Domingo Vicuña, militar. En 1899, su madre, Mercedes Pino, decide emigrar hacia Argentina junto con sus hijas Laura y Julia Amanda.
En 1900 Laura fue acogida en el colegio de las Hijas de María Auxiliadora en Junín de los Andes (Neuquén, Argentina). Al año siguiente hizo su primera comunión.
La pequeña Laura sufre al darse cuenta de que su madre se encuentra alejada de Dios por la situación de convivencia que mantiene con un lugareño, Manuel Mora.
Su confesor y primer biógrafo, Don Crestanello, señaló: “Laura sufría en el secreto de su corazón… Un día decidió ofrecer su vida y aceptar con gusto la muerte, a cambio de la salvación de su madre. Me rogó que bendijera su ardiente deseo. Yo estuve perplejo largo tiempo”.
Acentuó la ascesis y, con el consentimiento del confesor, abrazó con votos los consejos evangélicos.
Debilitada por los sacrificios y la enfermedad (tuberculosis), a los doce años, murió en Junín de los Andes el 22 de enero de 1904.
En la última noche dijo: “¡Mamá, yo muero! Lo he pedido a Jesús desde hace tiempo ofreciéndole mi vida por ti, para obtener tu retorno a Dios… Mamá, antes de mi muerte, ¿no tendré la alegría de verte arrepentida?”.
En el día del funeral de Laura, la madre vuelve a los sacramentos e inicia una nueva vida.
Sus restos están en la capilla de las Hijas de María Auxiliadora en Bahía Blanca (provincia de Buenos Aires).
El 3 de septiembre de 1988, el Papa Juan Pablo II la beatificó y la propuso a los jóvenes como modelo de coherencia evangélica llevada hasta la entrega del don de la vida, por una misión de salvación. Su memoria se celebra el 22 de enero.

SCHEDA STORICA Nº8

La santità salesiana in Argentina

Artemide Zatti, Zefirino Namuncurá e Laura Vicuña

Viedma, Chimpay e Junín de los Andes
 

Artemide Zatti, Zefirino Namuncurá e Laura Vicuña: i tre beati salesiani argentini a tavola con Don Bosco.
Il sogno e il desiderio di santità che Don Bosco ha seminato nella terra argentina sono fioriti in tantissimi giovani e adulti che oggi seguono Gesù con il carisma salesiano. Tre di questi sono già sugli altari:

Artemide Zatti, beato
Nacque a Boretto, Italia, il 12 ottobre 1880, in una famiglia povera. Nel 1897 tutta la sua famiglia emigrò in Argentina e si stabilì a Bahia Blanca, Buenos Aires. Lì venne a contatto con una parrocchia affidata dai salesiani, dove si sentì chiamato alla vita sacerdotale e a 20 anni entrò in aspirantato.
Assistendo un giovane sacerdote malato di tubercolosi venne contagiato dalla malattia e fu trasferito a una casa salesiana di Viedma, dove c’era un ospedale per missionari e il clima era favorevole per i suoi polmoni.
Lì un infermiere, don Garrone, lo invitò a pregare Maria Ausiliatrice e a chiedere la guarigione, suggerendogli di fare questa promessa: “Se Lei ti guarisce, tu dedicherai tutta la vita a questi malati.” Artemide lo promise e miracolosamente guarì. “Ho creduto, ho promesso, sono stato guarito…” disse poi.
Fece la sua professione perpetua come coadiutore l’8 febbraio 1911. Consacrò subito la sua vita all’ospedale e ai suoi malati. Dapprima si incaricò della farmacia dell’ospedale; quando poi morì don Garrone nel 1913 assunse tutta la responsabilità della struttura.
Zatti amò i suoi malati in maniera commovente perché in loro vedeva Gesù. Non si riposò ne fece vacanze mai. Fu umile, simpatico, allegro ma soprattutto fu uomo di Dio.
Nel 1950, cadendo da una scala, cominciò a manifestare sintomi di un tumore che lui stesso si diagnosticò. Continuò a lavorare ancora un anno, fino al 15 marzo 1951, giorno della sua morte.
Fu dichiarato venerabile da Giovanni Paolo II nel 1997 e beatificato il 14 aprile 2002.

Zefirino Namuncurá, beato
Nacque nella località di Chimpay, nella provincia del Rio Negro, il 26 agosto 1886. Suo padre era il cachico (=capo) mapuche Manuel Namuncurà e sua madre una giovane creola, Rosario Burgos.
Fu battezzato il 24 dicembre 1888 dal salesiano don Domenico Milanesio. Crebbe nel villaggio di Chimpay, educato per essere il prossimo capo e pronto a difendere il suo popolo. Fu mandato a studiare presso l’opera salesiana Pio IX di Buenos Aires nel 1897. Lì apprese a leggere e scrivere, ricevette la Prima Comunione e scoprì il suo grande fervore religioso. Decise quindi di entrare in seminario.
Non voleva governare il suo popolo ma educare ed evangelizzare i suoi fratelli mapuche: “Voglio essere utile alla mia gente”, furono le sue parole. Cominciò pertanto i suoi studi in preparazione al sacerdozio a Viedma. Lì conobbe Monsignor Giovanni Cagliero il quale, notando la salute delicata del giovane, gli propose di studiare a Roma, credendo che il clima potesse giovargli.
Ma in Italia la sua salute purtroppo continuò a peggiorare e morì l’11 maggio 1905. Il papa Pio X, che lo conobbe personalmente, disse con rammarico: “Era una bella speranza per le missioni della Patagonia, ma adesso sarà un protettore ancora più valido.”
I suoi resti tornarono in Argentina nel 1924 e riposarono a Fortín Mercedes, dove centinaia di persone vennero in pellegrinaggio per conoscerlo. L’11 novembre 2007 la Chiesa Cattolica lo proclamò beato. Il 12 agosto 2009, con molto rispetto e secondo il rito mapuche, i suoi familiari trasportarono le sue ceneri presso la comunità di San Ignacio, a sessanta chilometri al nord della località di Junín de los Andes, Neuquén.

Laura Vicuña
Laura Carmen Vicuña nacque a Santiago del Chile il 5 aprile 1891. La sua infanzia fu segnata dall’assenza di suo padre, José Domingo Vicuña, un militare. Nel 1899 sua madre, Mercedes Pino, decise di emigrare in Argentina con le sue figlie Laura e Julia Amanda.
Nel 1900 Laura fu accolta nel collegio delle Figlie di Maria Ausiliatrice a Junín de los Andes (Neuquén, Argentina). L’anno successivo fece la sua Prima Comunione.
La piccola Laura soffriva nel rendersi conto che la madre si era allontanata da Dio per la sua convivenza con un uomo del luogo, Manuel Mora.
Il suo confessore e primo biografo, Don Crestanello, disse: “Laura soffriva nel segreto del suo cuore… Un giorno decise di offrire la sua vita ed accettare volentieri la morte in cambio della salvezza della madre. Mi chiese di benedire questo suo ardente desiderio. Ne rimasi perplesso per lungo tempo”.
Accentuò l’ascesi e, con il consenso del confessore, abbracciò i consigli evangelici con i voti.
Debilitata dai sacrifici e dalla malattia (tubercolosi) morì a 12 anni a Junín del los Andes il 22 gennaio 1904
Nell’ultima notte disse: “Mamma, io muoio! Da tempo ho offerto a Gesù la mia vita per te, per il tuo ritorno a Dio… Mamma, prima della mia morte, potrò avere la gioia di vederti pentita?”
Il giorno del funerale di Laura, la madre torna ai sacramenti e inizia una nuova vita. I suoi resti si trovano nella cappella della Figlie di Maria Ausiliatrice a Bahia Blanca (provincia di Buenos Aires)
Il 3 settembre 1988 il Papa Giovanni Paolo II la beatificò e la propose ai giovani come modello di coerenza evangelica fino al dono della vita, per una missione di salvezza. Si celebra la sua memoria il 22 gennaio.

HISTORICAL FILE Nº8

Salesian Holiness in Argentina

Artemides Zatti, Ceferino Namuncurá and Laura Vicuña

Viedma, Chimpay and Junín de los Andes
 

Artémides Zatti, Ceferino Namuncurá and Laura Vicuña: the three Salesian blessed at the table next to Don Bosco. The dream and longing for holiness that Don Bosco sowed in the Argentine land blossomed into many young people and adults who today follow Jesus, with the Salesian charism. Three of them are already on the altars:

Artemides Zatti, blessed
He was born in Boretto, Italy, on October 12th 1880 in a poor family. In 1897 the whole family emigrated to Argentina and settled in Bahía Blanca, Buenos Aires. There the met a parish led by Salesians, where he felt called to a priestly life and at the age of 20 he became an aspirant.
Accompanying a young priest suffering from tuberculosis, he himself was infected and was transferred to a Salesian house in Viedma, where there was a missionary hospital and the weather favoured the improving of his lungs.
There a nurse, Father Garrone, invited him to pray to Mary Help of Christians and ask for his healing, suggesting him this promise: “If She heals you, you will dedicate your whole life to these sick people”. Artemides promised and, miraculously, he was cured. “I believed, I promised, I was healed…” he would later say.
He made his perpetual profession as Salesian brother on February 8th 1911. Immediately he devoted his life to the hospital and the patients. He first took over the hospital pharmacy, but when Father Garrone died in 1913, he assumed full responsibility for the whole establishment.
Zatti loved his patients in a moving way because in them he saw Jesus. He did not rest or take vacations. He was humble, friendly and cheerful, but above all he was a man of God.
In 1950, when he fell from a ladder, he began to show the signs of a cancer he himself diagnosed. He continued working for another year, until March 15th, 1951, when he died. He was declared Venerable by St. John Paul II in 1997 and beatified on April 14th, 2002

Ceferino Namuncurá, blessed
He was born in the village of Chimpay, in the province of Río Negro, on August 26th, 1886. His father was the Mapuche chief Manuel Namuncurá, and his mother, Rosario Burgos, a young Creole.
He was baptized on December 24th, 1888 by the Salesian Father Dominic Milanesio. He grew up in Chimpay and was educated to be the next successor and to defend his people. He was sent to study at the Salesian house Pius IX of Buenos Aires in September 1897. There he learned to read and write, received the First Communion and discovered his great religious fervour. Then, he decided to enter the seminary.
He did not want to govern his people, but to educate and evangelize his Mapuche brothers: “I want to be useful to my people”, were his words. Then he began his studies as a priest in Viedma. There he met Monsignor John Cagliero, who, noticing the delicate health of the young man, proposed that he should study in Rome, believing that the climate would benefit him.
But, unfortunately, in Italy his health continued to deteriorate, and he died on May 11th, 1905. Pope Pius X, who met him personally, sadly said: “He was a beautiful hope for the missions of Patagonia, but now he will be their most valid protector”.
His remains were brought back to Argentina in 1924 and rested in Fortín Mercedes, where hundreds of people travelled for years to meet him. On November 11th, 2007, the Catholic Church proclaimed him blessed. And on August 12th, 2009, with great respect and under the Mapuche rite, their relatives moved his ashes to the community of San Ignacio, sixty kilometers north of the town of Junín de los Andes, Neuquén

Laura Vicuña
Laura Carmen Vicuña was born in Santiago, Chile, on April 5th 1891. Her childhood was marked by the absence of her father, Joseph Dominic Vicuña, a soldier. In 1899, her mother, Mercedes Pino, decided to emigrate to Argentina along with her daughters Laura and Julia Amanda.
In 1900 Laura was accepted in the school of the Daughters of Mary Help of Christians in Junín de los Andes (Neuquén, Argentina). The following year she made her first communion.
Little Laura suffered when she realized that her mother was far from God because of her relationship with a local, Manuel Mora.
Her confessor and first biographer, Father Crestanello, said: “Laura suffered in the secret of her heart… One day she decided to offer her life and gladly accept death, in exchange for her mother’s salvation. She begged me to bless her burning desire. I was perplexed for a long time”.
She accentuated her asceticism and, with the consent of the confessor, embraced the evangelical councils with vows. Weakened by sacrifices and disease (tuberculosis), at the age of twelve, she died in Junín de los Andes on January 22nd, 1904.
On her last night she said: “Mom, I die! I have been asking Jesus for your coming back to God offering my life for you… Mom, before my death, won’t I have the joy of seeing you repent?”.
On Laura’s funeral day, her mother returned to the sacraments and began a new life. Her remains are in the chapel of the Daughters of Mary Help of Christians in Bahía Blanca (province of Buenos Aires).
On September 3rd 1988, Pope John Paul II beatified her and proposed her to young people as a model of evangelical coherence carried until the gift of life for a mission of salvation. Her memory is celebrated on January 22nd.

FICHA HISTÓRICA Nº8

A santidade salesiana na Argentina

Artemides Zatti, Zeferino Namuncurá e Laura Vicunha

Viedma, Chimpay e Junín de los Andes
 

Artemides Zatti, Zeferino Namuncurá e Laura Vicunha: os três beatos salesianos argentinos à mesa com Dom Bosco. O sonho e o desejo de santidade que Dom Bosco semeou na terra argentina floresceram em muitos jovens e adultos que hoje seguem Jesus com o carisma salesiano. Três desses já estão sobre os altares:

Artemides Zatti, beato
Nasceu em Boretto, Itália, no dia 12 de outubro de 1880, em uma família pobre. Em 1897, toda a sua família emigrou para a Argentina e se estabeleceu em Bahia Blanca, Buenos Aires. Lá, ele entrou em contato com uma paróquia confiada aos salesianos, onde se sentiu chamado à vida sacerdotal e aos vinte anos entrou para o aspirantado.
Cuidando de um jovem sacerdote que estava com tuberculose, foi infectado com a doença e foi transferido para uma casa salesiana de Viedma, onde havia um hospital para missionários e o clima era favorável para os seus pulmões.
Ali, um enfermeiro, Pe. Garrone, convidou-o a rezar à Maria Auxiliadora e a pedir a Ela a sua cura, sugerindo que ele fizesse essa promessa: “Se Ela lhe curar, você dedicará toda a sua vida a estes doentes.” Artemide fez a promessa e ficou milagrosamente curado. “Eu acreditei, prometi, fui curado …” ele disse então.
Fez a sua profissão perpétua como Irmão, no dia 18 de fevereiro de 1911. Ele imediatamente consagrou sua vidda ao hospital e a seus doentes. No começo, ele assumiu a farmácia do hospital, após a morte de Pe. Garrone em 1913, assumiu toda a estrutura.
Zatti amou os seus doentes de forma comovente pois via neles, o próprio Jesus. Ele nunca descansou, nem tirou férias. Ele era humilde, simpático, alegre, mas acima de tudo ele era um homem de Deus.
Em 1950, caindo de uma escada, ele começou a manifestar sintomas de um tumor que ele próprio diagnosticou. Ele continuou a trabalhar por mais um ano, até 15 de março de 1951, no dia da sua morte.
Ele foi declarado venerável por João Paulo II em 1997 e beatificado em 14 de abril de 2002.

Zeferino Namuncurá, beato
Nasceu na localidade de Chimpay, na província do Rio Negro, no dia 26 agosto de 1886. Seu pai era o cacique (chefe) mapuche, Manuel Namuncurá e sua mãe, uma jovem crioula, Rosario Burgos. Foi batizado no dia 24 de dezembro de 1888 pelo salesiano Pe. Domenico Milanesio. Cresceu na vila de Chimpay, preparado para ser o próximo cacique e pronto para defender o seu povo. Foi mandado para estudar na obra salesiana Pio IX de Buenos Aires em 1897. Ali aprendeu a ler e escrever, recebeu a Primeira Comunhão e descobriu o seu grande fervor religioso. Decidiu, então, entrar para o seminário.
Não queria governar o seu povo, mas educar e evangelizar os seus irmãos mapuche: “Quero ser útil à minha gente”, foram as suas palavras. Começou, então, os seus estudos em Viedma, em preparação ao sacerdócio. Ali conheceu Dom Giovanni Cagliero, o qual, notando a saúde delicada do jovem, propôs que ele fosse estudar em Roma, acreditando que o clima pudesse beneficiá-lo.
Mas na Itália, infelizmente, a sua saúde continuou a piorar e ele morreu no dia 11 de maio de 1905. O Papa Pio X, que o conhecia pessoalmente, disse com pesar: “Era uma bela esperança para as missões da Patagônia, mas agora será um protetor ainda mais valioso”. Os seus restos mortais retornaram à Argentina em 1924 e repousaram em Fortín Mercedes, onde centenas de pessoas acorriam para venerá-lo. No dia 11 de novemrbo de 2007, a Igreja Católica o proclamou beato. No dia 12 de agosto de 2009, com muito respeito, e seguindo o ritual mapuche, os seus familiares transportaram as suas cinzas para a Comunidade de Santo Inácio, a sessenta quilômetros ao norte da localidade de Junín de los Andes, Neuquén.

Laura Vicunha, beata
Laura Carmen Vicunha nasceu em Santiago do Chile no dia 5 de abril de 1891. A sua infância foi marcada pela ausência de seu pai, José Domingo Vicunha, militar. Em 1899, sua mãe, Mercedes Pino, decidiu emigrar para a Argentina com as suas filhas Laura e Julia Amanda.
Em 1900, Laura foi acolhida no Colégio das Filhas de Maria Auxiliadora em Junín de los Andes (Neuquén, Argentina). No ano seguinte fez a sua Primeira Comunhão.
A pequena Laura sofria ao perceber que sua mãe estava distante de Deus, devido à convivência com um senhor do lugar, Manuel Mora.
O seu confessor e primeiro biógrafo, Pe. Crestanello, disse: “Laura sofria no segredo de seu coração… Um dia decidiu oferecer a sua vida e aceitar, contente, a morte, em troca da salvação de sua mãe. Pediu-me para abençoar esse seu ardente desejo. Aquilo me deixou intrigado por um longo tempo”.
Acentuou a ascese, e com o consentimento do confessor, abraçou os conselhos evangélicos com os votos.
Debilitada pelos sofrimentos e pela doença (tuberculose) morreu aos doze anos, em Junín de los Andes, no dia 22 de janeiro de 1904.
Em sua última noite, disse: “Mamãe, eu morro! Já há tempos ofereci a minha vida a Jesus pela senhora, por seu retorno a Deus. Mamãe, antes da minha morte, eu poderia ter a alegria de vê-la arrependida?”
No dia do funeral de Laura, a mãe volta aos sacramentos e inicia uma nova vida. Os seus restos mortais se encontram na Capela das Filhas de Maria Auxiliadora em Bahia Blanca (Província de Buenos Aires).
No dia 3 de setembro de 1988, o Papa João Paulo II a beatificou e a propôs aos jovens como modelo de coerência evangélica até o doar-se da própria vida, por uma missão de salvação. Celebra-se a sua memória no dia 22 de janeiro.