9. Junio: ¡Auxiliadora
de los cristianos, ruega por nosotros!
Don Pierluigi Cameroni
Animador espiritual mundial
Cristo es el único camino al Padre (cf. Jn 14, 4-11). Cristo es el modelo supremo al que el discípulo debe conformar la propia conducta (cf. Jn 13, 15), hasta lograr tener sus mismos sentimientos (cf. Fil 2,5), vivir de su vida y poseer su Espíritu (cf. Gál 2, 20; Rom 8, 10-11); esto es lo que la Iglesia ha enseñado en todo tiempo y nada en la acción pastoral debe oscurecer esta doctrina. Pero la Iglesia, guiada por el Espíritu Santo y amaestrada por una experiencia secular, reconoce que también la piedad a la Santísima Virgen, de modo subordinado a la piedad hacia el Salvador y en conexión con ella, tiene una gran eficacia pastoral y constituye una fuerza renovadora de la vida cristiana. La razón de dicha eficacia se intuye fácilmente. En efecto, la múltiple misión de María hacia el Pueblo de Dios es una realidad sobrenatural operante y fecunda en el organismo eclesial. Y alegra el considerar los singulares aspectos de dicha misión y ver cómo ellos se orientan, cada uno con su eficacia propia, hacia el mismo fin: reproducir en los hijos los rasgos espirituales del Hijo primogénito. Queremos decir que la maternal intercesión de la Virgen, su santidad ejemplar y la gracia divina que hay en Ella, se convierten para el género humano en motivo de esperanza.
La misión maternal de la Virgen empuja al Pueblo de Dios a dirigirse con filial confianza a Aquella que está siempre dispuesta a acogerlo con afecto de madre y con eficaz ayuda de auxiliadora; por eso el Pueblo de Dios la invoca como Consoladora de los afligidos, Salud de los enfermos, Refugio de los pecadores, para obtener consuelo en la tribulación, alivio en la enfermedad, fuerza liberadora del pecado; porque Ella, la libre de todo pecado, conduce a sus hijos a esto: a vencer con enérgica determinación el pecado. Y, – hay que afirmarlo nuevamente–, dicha liberación del pecado es la condición necesaria para toda renovación de las costumbres cristianas (Marialis Cultus n. 57).
-
Don Bosco, apóstol de la Auxiliadora.
La devoción a la Auxiliadora, para Don Bosco, no es subrayar un título, particular y original, desconocido anteriormente. Es, por el contrario, el reclamo a la maternidad universal de María, que interviene en la obra de fundación de su Familia, realizando así un trabajo conjunto. Es convicción profunda y arraigadísima de Don Bosco: ‘Ella lo ha hecho todo’. Nos podemos fiar de María. Por lo mismo también podemos confiarnos a Ella. Todo esto de acuerdo con la línea eclesial que valora las diversas expresiones públicas y privadas de liturgia, de doctrina, de espiritualidad y de piedad popular que la Iglesia reconoce y autoriza. En nuestro tiempo, podremos practicar la pasión apostólica del “Da mihi animas, caetera tolle”, solo si echamos el ancla en las dos grandes columnas de la espiritualidad y de la pedagogía salesiana: la Eucaristía y María Santísima. De una devoción a Jesús Eucaristía y a la Virgen Auxiliadora se podrán construir nuevas relaciones fraternas capaces de desarrollar discernimiento y acción educativa y pastoral.
-
La defensa y desarrollo de la fe
La visión apostólica de Don Bosco entiende la devoción mariana como elemento de fuerza para consolidar y proteger la fe católica del pueblo cristiano. Conservar y defender la fe entre los jóvenes y el pueblo ha sido la preocupación constante de Don Bosco y el motivo de sus iniciativas apostólicas. Así lo ha reconocido san Juan Pablo II al subrayar que Don Bosco ha visto en María “el fundamento de su ya mundial obra en favor de la juventud y de la promoción y defensa de la fe. Repetía con frecuencia que ‘María misma se había edificado su casa’, como si estuviese subrayando que la Virgen había inspirado milagrosamente todo su camino espiritual y apostólico de gran educador y, todavía más ampliamente, que María ha sido puesta por Dios como ayuda y defensa de toda su Iglesia” (Angelus del 31 de enero de 1988). Por lo demás, este fue el objetivo de Don Bosco desde el momento en que proyectó la iglesia de María Auxiliadora.
La clase popular es el ambiente natural y ordinario donde llevar a cabo la opción juvenil; el lugar social y humano donde buscar y encontrar a la juventud. Existe, en efecto, entre los jóvenes y el pueblo una relación de compenetración. El compromiso de la Familia de Don Bosco, por acompañarlos en el trabajo de formación humana y de crecimiento en la fe, persigue poner de manifiesto los valores evangélicos de los que los pobres son portadores: el sentido de la vida, la esperanza de un futuro mejor.
-
ADMA
Don Bosco trazó, también con la Asociación de devotos de María Auxiliadora, de la que en el 2019 celebramos el 150 aniversario de su fundación, un camino de educación en la fe para el pueblo, valorando los contenidos de la devoción popular y orientándolos a la sabiduría evangélica, que responde a los grandes interrogantes de la existencia. La fe nos impulsa a intervenir, a tomar iniciativas, a estimular, animar, ayudar, espolear, dedicarnos a una causa evangélica, a la promoción humana, a la educación de la juventud. La oración, la adhesión a la Asociación, la vida eucarística, la fidelidad al Papa y a los pastores de la Iglesia se expresan en un compromiso y un testimonio de vida.
“En la Familia Salesiana, la Asociación subraya y defiende la devoción popular mariana como instrumento de evangelización y de promoción de los ambientes populares y de la juventud necesitada” (Reglamento ADMA art. 3).
La pertenencia de ADMA a la Familia Salesiana no es genérica, sino que está enraizada en la particular devoción mariana vivida y difundida por San Juan Bosco. El carácter mariano de la Asociación expresa uno de los elementos constitutivos del carisma y espíritu salesiano. De esta pertenencia, así motivada, deriva el compromiso de participación en la misión juvenil y popular propia del carisma salesiano, valorando el compromiso de custodia, incremento y defensa de la fe en el pueblo de Dios.
“Hoy, cuando la fe es puesta a dura prueba, y muchos hijos e hijas del Pueblo de Dios están expuestos a persecuciones a causa de su fidelidad al Señor Jesús, cuando la humanidad… muestra una grave crisis de valores espirituales, la Iglesia siente la necesidad de la intervención materna de María, para robustecer la propia adhesión al único Señor y Salvador, para llevar adelante con la frescura y el coraje de los orígenes cristianos, la evangelización del mundo para iluminar y guiar la fe de las comunidades y de cada uno, y en particular para educar en el sentido cristiano de la vida a los jóvenes a los que Don Bosco se entregó por entero como padre y maestro”. (Juan Pablo II, Angelus del 31 de enero de 1988).
-
La piedad popular
Para defender e incrementar la fe en el pueblo de Dios, desde siempre la Iglesia ha valorado y alentado las expresiones de piedad popular, en estrecha relación de dependencia con la liturgia. En particular, en la Familia Salesiana se ha difundido una práctica, la Conmemoración de María Auxiliadora el 24 de cada mes, la novena y la fiesta de la Auxiliadora. Cuando rezamos, cuando recitamos el Rosario, cuando conmemoramos a María Auxiliadora, cuando vamos en peregrinación, llevamos con nosotros a todas las personas que nos necesitan. No podemos permanecer indiferentes ante situaciones familiares, educativas, sociales, laborables, políticas, eclesiales de pobreza, de explotación, de violencia, de pérdida de fe, sin interrogarnos sobre nuestro deber. Los jóvenes descarriados, temerosos, desorientados, sin perspectiva de futuro, son nuestros destinatarios, recibidos de María Auxiliadora como Don Bosco los recibió en el sueño de los nueve años. En la medida en que nos dediquemos a estas necesidades de la sociedad, en particular de los jóvenes, el mundo reconocerá que somos hijos e hijas de la Virgen de Don Bosco.
Una religiosidad no fin en sí misma, anima y se encarna en las obras apostólicas, educativas y caritativas en la parroquia de pertenencia, como expresión concreta de comunión y colaboración con la Iglesia local y manifestación del carisma salesiano en el ambiente eclesial en el que estamos insertos.
OREMOS A MARÍA AUXILIADORA
¡Oh María Auxiliadora!
Tú, inmersa en el mar luminoso de la Trinidad,
y sentada en un trono de nubes,
Tú coronada de estrellas como Reina del cielo y de la tierra,
Tú, que sostienes al Niño, Hijo de Dios,
en tus brazos abiertos,
derrama tus gracias en quien acude a ti.
Tú, rodeada, como una corona humana,
por Pedro, por Pablo, los Apóstoles y Evangelistas,
que te proclaman su Reina;
Tú, que unes el cielo y la tierra,
Tú, Madre de la Iglesia que está ya en la gloria celestial
y de la Iglesia peregrina en el mundo,
haznos constructores incansables del Reino,
llénanos de la pasión del “Da mihi animas”,
haznos signos del amor de Dios para los pequeños y los pobres,
protégenos del enemigo.
y en la hora de la muerte, llévanos a la vida eterna.
Amén.
9. Giugno: Ausiliatrice
dei cristiani, prega per noi!
Don Pierluigi Cameroni
Animatore spirituale mondiale
Cristo è la sola via al Padre (cfr Gv 14,4-11). Cristo è il modello supremo al quale il discepolo deve conformare la propria condotta (cfr Gv 13,15), fino ad avere gli stessi suoi sentimenti (cfr Fil 2,5), vivere della sua vita e possedere il suo Spirito (cfr Gal 2,20; Rm 8,10-11): questo la Chiesa ha insegnato in ogni tempo e nulla, nell’azione pastorale, deve oscurare questa dottrina. Ma la Chiesa, edotta dallo Spirito e ammaestrata da una secolare esperienza, riconosce che anche la pietà verso la Beata Vergine, subordinatamente alla pietà verso il Divin Salvatore ed in connessione con essa, ha una grande efficacia pastorale e costituisce una forza rinnovatrice del costume cristiano. La ragione di tale efficacia è facilmente intuibile. Infatti la molteplice missione di Maria verso il Popolo di Dio è realtà soprannaturale operante e feconda nell’organismo ecclesiale. E rallegra considerare i singoli aspetti di tale missione e vedere come essi siano orientati, ciascuno con propria efficacia, verso il medesimo fine: riprodurre nei figli i lineamenti spirituali del Figlio primogenito. Vogliamo dire che la materna intercessione della Vergine, la sua santità esemplare, la grazia divina, che è in lei, diventano per il genere umano argomento di speranze superne.
La missione materna della Vergine spinge il Popolo di Dio a rivolgersi con filiale fiducia a colei, che è sempre pronta ad esaudirlo con affetto di madre e con efficace soccorso di ausiliatrice. Esso, pertanto, è solito invocarla come Consolatrice degli afflitti, Salute degli infermi, Rifugio dei peccatori, per aver nella tribolazione conforto, nella malattia sollievo, nella colpa forza liberatrice; perché ella, che è libera dal peccato, a questo conduce i suoi figli: a debellare con energica risoluzione il peccato. E tale liberazione dal peccato e dal male (cfr Mt 6,13) è – occorre riaffermarlo – la premessa necessaria per ogni rinnovamento del costume cristiano. (Marialis Cultus n. 57).
Don Bosco apostolo dell’Ausiliatrice.
L’Ausiliatrice per Don Bosco non sottolinea un titolo, particolare e originale, sconosciuto anteriormente. È invece, il richiamo alla maternità universale di Maria, che interviene nell’opera di fondazione della sua Famiglia, realizzando così quasi un lavoro a due. È convinzione profonda ed irremovibile di Don Bosco: ‘Ella ha fatto tutto’. Ci si può fidare di Maria. Perciò, a lei ci si può affidare. Tutto questo secondo quel respiro ecclesiale che valorizza le diverse espressioni pubbliche e private di liturgia, di dottrina, di spiritualità e di pietà popolare che la Chiesa riconosce e autorizza. Potremo attuare nel nostro tempo la passione apostolica del “Da mihi animas, coetera tolle” solo ancorandoci alle grandi colonne della spiritualità e della pedagogia salesiana: l’Eucaristia e Maria Santissima. Da una rinnovata devozione a Gesù Eucaristia e alla Madonna Ausiliatrice si costruiranno relazioni fraterne nuove capaci di sviluppare discernimento e azione educativa e pastorale.
La difesa e lo sviluppo della fede
La visione apostolica di don Bosco intende la devozione mariana come elemento di forza per consolidare e proteggere la fede cattolica del popolo cristiano. Conservare e difendere la fede tra i giovani e il popolo è stato l’assillo quotidiano di don Bosco e la molla delle sue iniziative apostoliche. Lo ha riconosciuto San Giovanni Paolo II quando sottolineò che don Bosco ha visto in Maria “il fondamento di tutta la sua ormai mondiale opera a favore della gioventù e della promozione e difesa della fede. Egli amava dire che ‘Maria stessa si è edificata la sua casa’, quasi a sottolineare come la Madonna avesse miracolosamente ispirato tutto il suo cammino spirituale ed apostolico di grande educatore ed, ancora più estesamente, come Maria sia stata posta da Dio quale aiuto e presidio di tutta la sua Chiesa.” (Angelus del 31 gennaio 1988). Questo del resto era stato il proposito di don Bosco fin dal momento della progettazione della chiesa di Maria Ausiliatrice.
Il ceto popolare è l’ambiente naturale e ordinario dove esprimere la scelta giovanile; il luogo sociale e umano dove cercare e incontrare la gioventù. C’è infatti tra giovani e popolo un rapporto di compenetrazione. L’impegno della Famiglia di Don Bosco, per accompagnarli nello sforzo di promozione umana e di crescita nella fede, intende evidenziare i valori evangelici di cui i poveri sono portatori: il senso della vita, la speranza di un futuro migliore.
L’ADMA
Don Bosco tracciò, anche con l’Associazione dei devoti di Maria Ausiliatrice, di cui nel 2019 ricorre il 150° anno di fondazione, un cammino di educazione alla fede per il popolo, valorizzando i contenuti della religiosità popolare e orientandoli verso la saggezza evangelica, che risponde ai grandi interrogativi dell’esistenza. La fede ci fa intervenire, prendere iniziative, stimolare, incoraggiare, aiutare, spronare, dedicarci a una causa evangelica, alla promozione umana, all’educazione della gioventù. La preghiera, l’adesione all’Associazione, la vita eucaristica, la fedeltà al Papa e ai pastori della Chiesa si esprimono con un impegno e una testimonianza di vita.
“Nella Famiglia Salesiana l’Associazione sottolinea e diffonde la devozione popolare mariana, come strumento di evangelizzazione e di promozione dei ceti popolari e della gioventù bisognosa” (Regolamento ADMA art. 3).
L’appartenenza dell’ADMA alla Famiglia Salesiana non è generica, ma è radicata nella particolare devozione mariana vissuta e diffusa da San Giovanni Bosco. Il carattere mariano dell’Associazione esprime uno degli elementi costitutivi del carisma e dello spirito salesiano. Da quest’appartenenza, così motivata, deriva l’impegno di partecipazione alla missione giovanile e popolare propria del carisma salesiano, valorizzando l’impegno di custodia, incremento e difesa della fede tra il popolo di Dio. “Oggi, quando la fede viene messa a dura prova, e diversi figli e figlie del Popolo di Dio sono esposti a tribolazioni a causa della loro fedeltà al Signore Gesù, quando l’umanità… mostra una grave crisi di valori spirituali, la Chiesa sente il bisogno dell’intervento materno di Maria: per ritemprare la propria adesione all’unico Signore e Salvatore, per portare avanti con la freschezza e il coraggio delle origini cristiane l’evangelizzazione del mondo, per illuminare e guidare la fede delle comunità e dei singoli, in particolare per educare al senso cristiano della vita i giovani, ai quali don Bosco diede tutto se stesso come padre e maestro” (Giovanni Paolo II, Angelus 31 gennaio 1988).
La pietà popolare
Per difendere e incrementare la fede nel popolo di Dio, da sempre la Chiesa ha valorizzato e sostenuto le espressioni della pietà popolare, in stretto rapporto e dipendenza con la liturgia. In particolare nella Famiglia Salesiana ha una diffusa pratica la Commemorazione di Maria Ausiliatrice il 24 del mese, la novena e la festa dell’Ausiliatrice. Quando preghiamo, quando recitiamo il rosario, quando commemoriamo Maria Ausiliatrice, quando andiamo in pellegrinaggio, portiamo con noi tutte le persone che hanno bisogno di noi. Non possiamo rimanere indifferenti di fronte a situazioni famigliari, educative, sociali, lavorative, politiche, ecclesiali di povertà, di sfruttamento, di violenza, di perdita di fede, senza interrogarci sul nostro compito. I giovani sbandati, pieni di paura, disorientati, senza prospettiva di futuro, sono i nostri destinatari, ricevuti da Maria Ausiliatrice come Don Bosco li ha ricevuti nel sogno dei nove anni. Nella misura in cui ci dedichiamo a questi disagi della società e in particolare dei giovani, il mondo riconoscerà che siamo figli e figlie della Madonna di Don Bosco.
Una religiosità non fine a se stessa, anima e s’incarna nelle opere apostoliche, educative e caritative all’interno della parrocchia di appartenenza, come espressione concreta di comunione e di collaborazione con la Chiesa locale e manifestazione del carisma salesiano nell’ambiente ecclesiale in cui si è inseriti.
PREGHIAMO MARIA AUSILIATRICE
O Maria Ausiliatrice,
Tu, immersa nel mare di luce della Trinità
ed assisa sopra un trono di nubi,
Tu, coronata di stelle come Regina del cielo e della terra,
Tu, sostieni il Bambino, il Figlio di Dio,
che con le braccia aperte
offre le sue grazie a chi viene a te.
Tu, circondata come da una corona umana
da Pietro, da Paolo, dagli Apostoli e dagli Evangelisti,
che ti proclamano loro Regina.
Tu, unisci il cielo e la terra,
Tu, Madre della Chiesa che già sta nella gloria celeste
e della Chiesa pellegrina nel mondo,
rendici costruttori instancabili del Regno,
riempici della passione del “Da mihi animas”,
rendici segni dell’amore di Dio per i piccoli e i poveri,
proteggici dal nemico
e nell’ora della morte guidaci alla gloria eterna.
Amen.
9. June: Help of Christians,
pray for us!
Fr Pierluigi Cameroni
World spiritual animator
Christ is the only way to the Father (cf. Jn. 14:4-11), and the ultimate example to whom the disciple must conform his own conduct (cf. Jn. 13:15), to the extent of sharing Christ’s sentiments (cf. Phil. 2:5), living His life and possessing His Spirit (cf. Gal. 2 20; Rom. 8:10-11). The Church has always taught this and nothing in pastoral activity should obscure this doctrine. But the Church, taught by the Holy Spirit and benefiting from centuries of experience, recognizes that devotion to the Blessed Virgin, subordinated to worship of the divine Saviour and in connection with it, also has a great pastoral effectiveness and constitutes a force for renewing Christian living. It is easy to see the reason for this effectiveness. Mary’s many-sided mission to the People of God is a supernatural reality which operates and bears fruit within the body of the Church. One finds cause for joy in considering the different aspects of this mission, and seeing how each of these aspects with its individual effectiveness is directed towards the same end, namely, producing in the children the spiritual characteristics of the first-born Son. The Virgin’s maternal intercession, her exemplary holiness and the divine grace which is in her become for the human race a reason for divine hope.
The Blessed Virgin’s role as Mother leads the People of God to turn with filial confidence to her who is ever ready to listen with a mother’s affection and efficacious assistance. Thus the People of God have learned to call on her as the Consoler of the afflicted, the Health of the sick, and the Refuge of sinners, that they may find comfort in tribulation, relief in sickness and liberating strength in guilt. For she, who is free from sin, leads her children to combat sin with energy and resoluteness. This liberation from sin and evil (cf. Mt. 6:13) – it must be repeated – is the necessary premise for any renewal of Christian living. (Marialis Cultus no.57).
Don Bosco, apostle of the Help of Christians.
For Don Bosco, Help of Christians was not just a particular and original title, previously unknown. Rather, it was a call to the universal motherhood of Mary who intervened in the founding of her family, thus making it almost a shared work. It was a profound and unshakable conviction of Don Bosco that “She had done everything”. We can have confidence in Mary. We can trust her. All this is in keeping with the Church’s tradition which values the various public and private expressions of liturgy, doctrine, spirituality and popular piety recognized and authorized by the Church. In our time we will be able to implement the apostolic passion of “Da mihi animas, cetera tolle” only by anchoring ourselves to the great pillars of Salesian spirituality and pedagogy: the Eucharist and Mary Most Holy. From a renewed devotion to Jesus in the Eucharist and to Our Lady Help of Christians new fraternal relationships will be built, capable of discernment and educational and pastoral action.
The defence and development of faith
Don Bosco’s apostolic vision sees Marian devotion as an element of strength to consolidate and protect the Catholic faith of the Christian people. Preserving and defending the faith among the young and the ordinary people was Don Bosco’s daily concern and the springboard of his apostolic initiatives. St John Paul II recognized this when he stressed that Don Bosco saw in Mary “the foundation of all his work now world-wide on behalf of youth and the promotion and defence of the faith. He loved to say that ‘Mary had built herself a house’, as if to underline how Our Lady miraculously inspired his entire spiritual and apostolic journey as a great educator and, even more extensively, how Mary was placed by God as a help and support of the whole Church.” (Angelus, 31 January 1988). This had been Don Bosco’s purpose when he planned the church of Mary Help of Christians.
The choice for young people in need and the choice for ordinary working-class people go well together. The commitment of the Family of Don Bosco to accompany young people in their efforts to promote human development and faith highlights the Gospel values found among the poor, namely, the meaning of life and the hope of a better future.
ADMA
This year 2019 we celebrate the 150th anniversary of Don Bosco’s founding of the Association of devotees of Mary Help of Christians. Don Bosco also started a movement of education to the faith for the ordinary people. He valued popular devotion and combined it with the wisdom of the gospel which answers the great questions of life. Our faith makes us intervene with initiatives that encourage us to commit ourselves to human promotion and the education of youth. Prayer, membership of the Association, Eucharistic life, fidelity to the Pope and to the pastors of the Church are expressions of our commitment and our testimony of life.
“The Association highlights and spreads popular Marian devotion in the Salesian Family, as an instrument of evangelization and advancement of the popular classes and needy youth.” (ADMA Regulations art. 3).
ADMA’s membership the Salesian Family is not generic but is rooted in the particular Marian devotion lived and spread by St John Bosco. The Marian character of the Association is one of the constitutive elements of the Salesian charism and spirit. It is from this membership that ADMA derives the commitment to participate in the youth and popular mission of the Salesian charism, enhancing the commitment to care, increase and defend the faith among the people of God.
“Today, when the faith is tested severely, and many sons and daughters of the People of God are exposed to tribulation because of their fidelity to the Lord Jesus, when humanity … is experiencing a serious crisis of spiritual values, the Church feels the need for Mary’s motherly intervention: to restore people’s adherence to the one Lord and Saviour, to evangelize the world with the freshness and courage of early Christian times, to illuminate and guide the faith of communities and individuals, and in particular to educate young people to the Christian sense of life, following the example of Don Bosco who gave his whole life as father and teacher of the young.” (John Paul II, Angelus 31 January 1988).
Popular piety
To defend and increase the faith of the people of God, the Church has always valued and supported the expressions of popular piety, in close relationship with and dependence on the liturgy. In particular, in the Salesian Family the Commemoration of Mary Help of Christians on the 24th of the month is widespread, as well as the Novena and the Feast of Mary Help of Christians. When we pray, when we recite the rosary, when we commemorate Mary Help of Christians, when we go on pilgrimage, we bring us all the people who need us. We cannot remain indifferent to family, educational, social, employment, political, and ecclesial situations of poverty, exploitation, violence, and loss of faith, without questioning ourselves about our task. Young people who are abandoned, full of fear, disoriented, with no prospect of the future, are the people to whom we are sent. They are entrusted to us by Mary Help of Christians as they were entrusted to Don Bosco in his dream at the age of nine. To the extent that we devote ourselves to the vulnerable members of society and in particular to young people, the world will recognize that we are sons and daughters of the Madonna of Don Bosco.
Our piety is not an end in itself. It is embodied in apostolic, educational and charitable works within the parish to which we belong, as a concrete expression of communion and collaboration with the local Church and manifestation of the Salesian charism in the ecclesial environment to which it belongs.
PRAYER TO MARY OUR HELP
O Mary Help of Christians,
You who are immersed in the sea of light of the Trinity
and seated on a throne of clouds,
You who are crowned with stars as Queen of heaven and earth,
You carry the Child, the Son of God,
And with open arms offer his grace to those who come to you.
You are surrounded by a human crown
with Peter, Paul, the Apostles and the Evangelists,
who proclaim you as their queen.
You unite heaven and earth,
You who are already in heavenly glory, Mother of the Church,
and of the pilgrim Church in the world,
make us tireless builders of the Kingdom,
fill us with the passion of “Da mihi animas”,
make us signs of God’s love for the little ones and the poor,
protect us from the enemy
and at the hour of death lead us to eternal glory.
Amen.
9. Junho: Auxiliadora
dos Cristãos, rogai por nós!
Pe. Pierluigi Cameroni
Animador espiritual mundial
Cristo é o único caminho para o Pai (cf. Jo 14, 4-11). Cristo é o modelo supremo, ao qual o discípulo deve conformar o próprio comportamento (cf. Jo 13,15), até chegar ao ponto de ter em si os seus mesmos sentimentos (cf. Fl 2,5), viver da sua vida e possuir o seu Espírito (cf. Gl 2,20; Rm 8,10-11): foi isto o que a Igreja ensinou em todos os tempos e nada, na atividade pastoral, deve ensombrar jamais esta doutrina. A Igreja, no entanto, instruída pelo Espírito e amestrada por uma experiência multissecular, reconhece que também a piedade para com a Bem-aventurada Virgem Maria, subordinadamente à piedade para com o divino Salvador e em conexão com ela, tem uma grande eficácia pastoral e constitui uma força renovadora dos costumes cristãos. A razão de tal eficácia pode facilmente ser entrevista. A multifacetada missão de Maria, em relação ao Povo de Deus, é, efetivamente, uma realidade sobrenatural, operante e fecunda no organismo eclesial. E dá gosto considerar cada um dos aspectos dessa missão e ver como todos eles se orientam, cada um com a sua eficácia própria, para o mesmo fim: reproduzir nos filhos as feições espirituais do Filho primogênito. Quer dizer: a materna intercessão da Virgem Santíssima, assim como a sua santidade exemplar, a graça divina, que está nela, tornam-se motivo de esperanças supernas para todo o gênero humano.
A materna missão de Maria, pois, impele o Povo de Deus a dirigir-se, com filial confiança, àquela que está sempre pronta para o atender, com afeto de mãe e com o valimento eficaz de auxiliadora. Por isso, cedo começou o mesmo Povo de Deus a invocá-la sob os títulos de Consoladora dos aflitos, Saúde dos enfermos e Refúgio dos pecadores, a fim de alcançar conforto nas tribulações, alívio nas doenças e, quando ilaqueado pela culpa, a força libertadora; porque ela, isenta do pecado, leva os seus filhos a isto: a debelarem, com decisão enérgica, o pecado. E uma tal libertação do pecado e do mal (cf. Mt 6,13), importa frisá-lo bem, é a condição necessária para toda e qualquer renovação dos costumes cristãos. (Marialis Cultus n. 57).
Dom Bosco apóstolo da Auxiliadora.
A Auxiliadora para Dom Bosco não sublinha um título, particular e original, antes desconhecido. Em vez disso, a referência à maternidade universal de Maria, que intervém na obra de fundação da sua Família, realizando assim, quase um trabalho a dois. É uma profunda e inabalável convicção de Dom Bosco: “Foi Ela quem tudo fez”. Podemos confiar em Maria. Por conseguinte, a ela podemos nos consagrar. Tudo isto segundo o sopro eclesial que valoriza as diversas expressões públicas e privadas de liturgia, de doutrina, de espiritualidade e de piedade popular, que a Igreja reconhece e autoriza. Podemos implementar no nosso tempo, a paixão apostólica do “Da mihi animas, coetera tolle” apenas nos apoiando nas duas grandes colunas da espiritualidade e da pedagogia salesiana: a Eucaristia e Maria Santíssima. Por uma renovada devoção a Jesus Eucarístico e a Nossa Senhora Auxiliadora, construiremos relações fraternas novas capazes de desenvolver discernimento e ação educativa e pastoral.
A defesa e o desenvolvimento da fé
A visão apostólica de Dom Bosco compreende a devoção mariana como elemento de força para consolidar e proteger a fé católica do povo cristão. Conservar e defender a fé entre os jovens e o povo foi a preocupação cotidiana de Dom Bosco e a primavera de suas iniciativas apostólicas. São João Paulo II reconheceu isto quando enfatizou que Dom Bosco viu em Maria “fundamento de toda sua já mundial obra em favor da juventude e da promoção e defesa da fé. Ele amava dizer que “Maria mesmo construiu a sua casa”, como sublinhando que Nossa Senhora inspirara milagrosamente todo o seu caminho espiritual e apostólico de grande educador e, de um modo mais amplo, como Maria fora posta por Deus como ajuda e defesa de toda a Igreja.” (Angelus do dia 31 de janeiro de 1988).
Esta tinha sido a intenção de Dom Bosco desde o momento do projeto da igreja de Maria Auxiliadora.
A classe popular é o ambiente natural e comum onde expressar a escolha juvenil; o lugar social e humano onde buscar e encontrar a juventude. Há, de fato, entre os jovens e o povo uma relação biunívoca. O empenho da Família de Dom Bosco, para acompanhá-los no esforço de promoção humana e de crescimento na fé, tenciona evidenciar os valores evangélicos dos quais os pobres são portadores: o sentido da vida, a esperança de um futuro melhor.
A ADMA
Dom Bosco traçou, também com a Associação dos devotos de Maria Auxiliadora, da qual se recorda em 2019, o 150° ano de fundação, um caminho de educação à fé para o povo, valorizando os conteúdos da religiosidade popular e os orientando em direção à sabedoria evangélica, que responde aos grandes questionamentos da existência. A fé nos faz intervir, tomar iniciativas, estimular, encorajar, ajudar, apoiar, nos faz dedicar a uma causa evangélica, à promoção humana, à educação da juventude. A oração, a adesão à Associação, a vida eucarística, a fidelidade ao Papa e aos pastores da Igreja se exprimem com um empenho e um testemunho de vida.
“Na Família Salesiana, a Associação sublinha e difunde a devoção popular mariana, como instrumento de evangelização e de promoção das classes sociais menos favorecidas e da juventude carente.” (Regulamento da ADMA art.3).
A pertença da ADMA à Família Salesiana não é genérica, mas enraigada na particular devoção mariana vivida e difundida por São João Bosco. O caráter mariano da Associação expressa um dos elementos constitutivos do carisma e do espírito salesiano. Desta pertença, assim motivada, deriva o empenho de participação à missão juvenil e popular própria do carisma salesiano, valorizando o empenho do cuidado, aumento e defesa da fé entre o povo de Deus. “Hoje, quando a fé está submetida a dura prova, e diversos filhos e filhas do Povo de Deus estão expostos a tribulações por causa de sua fidelidade ao Senhor Jesus, quando a humanidade… mostra uma grave crise de valores espirituais, a Igreja sente a necessidade da intercessão materna de Maria: para restaurar a própria adesão ao único Senhor e Salvador, para levar avante a evangelização do mundo com o frescor e a coragem das origens cristãs, para iluminar e guiar a fé da comunidade e de cada indivíduo, em particular para educar os jovens, no sentido cristão da vida, aos que Dom Bosco se entregou totalmente como pai e mestre” (João Paulo II, Angelus de 31 de janeiro de 1988).
. A piedade popular
Para defender e aumentar a fé do povo de Deus, a Igreja sempre tem valorizado e apoiado as expressões de piedade popular, em estreita relação e dependência com a liturgia. Em particular, na Família Salesiana há uma prática difusa da Comemoração de Maria Auxiliadora a cada dia 24, a novena e a festa da Auxiliadora. Quando rezamos, quando fazemos a recitação do Terço, quando comemoramos Maria Auxiliadora, quando vamos em peregrinação, levamos conosco todas as pessoas que precisam de nós. Não podemos permanecer indiferentes diante de situações familiares, educativas, sociais, de trabalho, políticas, eclesiais de pobreza, exploração, de violência, de perda de fé, sem nos perguntar sobre nosso papel, nossa tarefa. Os jovens, desviados, cheios de medo, desorientados, sem perspectiva de futuro, são os nossos destinatários, recebidos por Maria Auxiliadora como Dom Bosco os recebera no sonho dos nove anos. Na medida em que nos dedicamos a essas dificuldades da sociedade e em particular, aos jovens, o mundo reconhecerá que somos filhos e filhas de Nossa Senhora de Dom Bosco. Uma religiosidade não é um fim em si, anima e é incorporada em obras apostólicas, educativas e caritativas, dentro da paróquia em que pertence, como expressão concreta de comunhão e de colaboração com a Igreja local e manifestação do carisma salesiano no ambiente eclesial no qual se está inserido.
Rezemos a Maria Auxiliadora
Ó Maria Auxiliadora,
Tu, imersa no mar de luz da Trindade
e elevada sobre um trono de nuvens,
Tu, coroada de estrelas como Rainha do céu e da terra,
Tu, segura o Menino, o Filho de Deus,
que com os braços abertos
oferece as suas graças a quem vem a ti.
Tu, envolta como por uma coroa humana
por Pedro, por Paulo, pelos Apóstolos e pelos Evangelistas,
que te proclamam sua Rainha.
Tu, une o céu e a terra,
Tu, Mãe da Igreja que já está na glória celeste
e da Igreja peregrina no mundo,
torna-nos construtores incansáveis do Reino,
cumula-nos da paixão pelo “Da mihi animas”,
torna-nos sinais do amor de Deus para os pequenos e os pobres,
protege-nos do inimigo
e na hora da morte guia-nos à glória eterna.
Amém.